
BOMBEJA AGUSTINET! — Columna 644 — Felip Bens
Quizá muchos granotes no lo sepan, pero venimos de las caravanas a los pueblos y ciudades de Valencia. El Llevant está forjado en campos de tierra, hierba seca o césped artificial de Tercera, Segunda B (desde 1977) y Segunda, en gradas de tres o cuatro escalones de gélido hormigón. Creció entre sueños de grandeza y vestuarios que apestaban a linimento, con árbitros barrigones que, sin embargo, confiaban más en sus piernas que en la pareja de guardiaciviles. En ese contexto acudir a Castalia, a Altabix (viejo o nuevo), a Bardín, la Viña o al Rico Pérez era una fiesta.
El levantinismo era acogido con cariño. Si las cosas iban bien, eran desplazamientos de mil hinchas o más. Apenas había fútbol televisado y estadios como el Clariano, la Murta o el Collao solían llenarse. El fútbol era inclemente. Llovía y hacía frío, no de forma excepcional. Abundaban paraguas y chubasqueros, no como ahora. Los bares y las pastelerías hacían el agosto. Si el Llevant jugaba en Alzira o Xàtiva, los hornos de Alberic cocían panquemaos para una marabunta, como le recordaba Manolo Sanchis padre a Toni Calpe, cuando coincidieron en el Real Madrid.
En los años 20 el Castellón y el Llevant se llevaban a matar. En realidad, todos. Los derbis eran terribles. Aquello sí que era “alto riesgo”. Pedradas, guardias de asalto, invasiones de campo. La rivalidad Valencia-Gimnàstic, en disputa por la hegemonía urbana, era similar a la existente entre Castellón y Llevant.
La noche del 21 de diciembre de 1980 lloviznaba y hacía frío. El 850 blanco con asientos de escay rojo no tenía, lógicamente, calefacción. Ni radio. Pero había una Sony amarilla en el salpicadero. Para la previa y el postpartido. Seguramente en Radiocolor, Conejero. Aparcamos lejos de Castalia, para proteger el coche. La matrícula de Valencia nos delataba. Toda prudencia era poca.
Pachín montó un catenaccio ante el rodillo de equipo que tenía el Castellón, entrenado por Joanet, con futbolistas prodigiosos: Racic, Conde, Pulido, Valbuena, Roberto, Ribes, Planelles, Viña, Mestre… El Llevant formó con Barrie; Lorant, Varó, Ferreira, Óscar (Sabater 60’); Agustín, Garrido; Pousada, Latorre (Sierra 72’), Campuzano; y Eulate. Ateridos de frío, a la sombra de la torre del viejo Castalia (abandonado en 1986), dos centenares de levantinos nos encomendamos a todos los santos conocidos ante el empuje del líder de Segunda.
En el 90’, con veinte tíos debajo del larguero de Barrie, Pousada lanzó una contra por la derecha y cedió a Garrido que embocó a puerta vacía. Estallamos de júbilo y nos pusimos terceros en la tabla, en plaza de ascenso, algo que ni habíamos soñado desde hacía tres lustros. Yo tenía once años pero me lo habían contado. Lo de Vallejo, del 63. Nadie pedía camisetas. Se lavaban y tenían que durar toda la temporada.
El momentazo de felicidad se mezcló con la irrealidad de aquella noticia: Cruyff al Llevant. Todo se torció entonces. El Castellón acabó en Primera. Nosotros al curso siguiente caeríamos a Segunda B, por deméritos deportivos, y a Tercera por deudas. Pasamos en un suspiro de la ilusión desbordante a una década de plomo. La vida.
Vamos a Castellón con todo esto en el zurrón, contra un equipo que viene de sufrir un infierno similar a los nuestros y que al fin ve un poco de luz. Dicen que somos equipos hermanos. Desde luego. Nos reconocemos en la adversidad y en el deseo de no volver al barro, que es siempre la mayor ilusión de quienes llevan toda la vida luchando por la supervivencia. Desde aquella noche en Castalia nunca nos volvimos a enfrentar con tanta ilusión por ambas partes. Hace 44 años, casi medio siglo. Ja n’hi havia prou.
Queda pedir a Calero y a sus chicos, si acaso, que no salten al césped con el complejo de inferioridad que lo hicieron en el Sardinero. Este Llevant no es inferior a nadie. Ni con bajas.
Felip Bens (El Cabanyal 1969 — @FelipBens) és escriptor i periodiste. Té publicades les novel·les Toronto i El cas Forlati i altres llibres com 110 històries del Llevant UD, Dones e altri, València al mar, Historia del Llevant UD (4 volums, junt a José Luis García Nieves) o La cuina del Cabanyal (amb Marisa Villalba).
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