BOMBEJA AGUSTINET! — Columna 630 — Felip Bens
© Foto Twitter Llevant UD
Fracaso, fiasco, decepción. Se acaban los adjetivos para definir a este Llevant.
Y la desilusión no solo es fruto de los resultados. También importa el cómo, claro: esa reiterada falta de actitud cuando el destino nos regalaba una y otra y otra oportunidad.
Respecto a talante competitivo, el potencial de las plantillas de Segunda es de un nivel parejo. La diferencia entre ellas consiste en el punto en que cada club y cada entrenador instalan la exigencia, vista la capacidad futbolística de sus miembros. La plantilla granota 22-23 tenía la obligación inequívoca del ascenso directo y, seguramente, con otro entrenador y otra gestión de vestuario, lo hubiese conseguido; la 23-24, casi, y no ha llegado ni al play-off.
Que unos cuantos de este grupo de futbolistas se haya dejado llevar de una manera vergonzosa, hasta arrastrarse por el césped, es culpa de ellos mismos, pero todos sabemos cómo funciona el mundo del fútbol, con sus egos y sus vanidades. Por eso es ingenuo no presuponer que es el entrenador quien debe sacar lo mejor del grupo, como equipo y como individualidades. Debe haber trabajo táctico, físico pero sobre todo motivacional para construir un equipo competitivo. Y, por supuesto, una dirección de club que mantenga un alto nivel de exigencia en toda la parcela deportiva. Aquí ha fallado todo: algunos futbolistas, los técnicos y los responsables del club.
En este contexto, las declaraciones de Felipe Miñambres en ruedas de prensa y entrevistas provocan rubor y representan un insulto a la inteligencia de esta afición, que ya mostró ante al Alcorcón su opinión. El astorgano, sin embargo, después de encadenar fracasos, aún tiene bemoles de negar que lo sean, sacar pecho y ponerse flamenco.
“Tenemos lo que nos merecemos como afición” comentaba un camarada de grada durante el esperpento final en Orriols. Y en parte tiene razón. En otros clubes a Miñambres le sacarían los colores por sus declaraciones. Aquí se le confirma y se muestra públicamente que volverá a tener la oportunidad de planificar otra campaña y seguir hundiendo a nuestro club en el fango de la mediocridad y, por extensión, de las dificultades económicas, que van a ser crecientes y que, de seguir con esta trayectoria deportiva, “obligarán” a Danvila a vender, más pronto que tarde.
Pero… ¿Apoya de verdad Danvila a Miñambres? No lo creo. Sospecho que está tan harto de él y su retórica autocomplaciente como todos nosotros. Si continúa es únicamente porque el Llevant UD sigue atenazado por las estrecheces económicas. Continúa, pero creo que se dedicará al mantenimiento de los banderines de córner y a hacer informes, entre siesta y siesta. No tomará las decisiones y, además, no protestará, pues sabe que su caché, tras su trayectoria levantina, está por los suelos.
Todo ello nos sitúa en un escenario incierto: ¿Sabe Danvila de fútbol como para tomar las decisiones finales en el ámbito deportivo? Lo dudo. Si fuera así, la primera hubiese sido destituir a Calleja y fichar a un entrenador de garantías. Si lo hubiera hecho, ahora estaríamos soñando con el ascenso y no hundidos a medio camino entre la modorra y el hartazgo. Y podríamos obtener, en Primera, la estabilidad económica que tanta falta nos hace.
Julián Calero, una elección de Danvila.
En este contexto, en mi opinión, Calero es una elección de Danvila. Y lo es porque está convencido de que en Segunda hacen falta guerreros, no estilistas. También porque entrenadores de (más) garantías son inasumibles, económicamente. Pero sobre todo, porque la opción del máximo accionista es el látigo. Danvila entiende, como casi todos nosotros, que el nivel de exigencia de la plantilla ha sido lamentable, por culpa de Calleja y Miñambres.
••• Una familia. La milonga de la familia nos ha costado cara, un pretexto para permitir el nepotismo y disculpar la mediocridad. La posible llegada de Morales, más allá de toda consideración futbolística, es lanzar un mensaje terrible: todo vale aquí. La de Iborra, por el contrario, sería la apuesta por el perfil que necesitamos. Quizá asistiremos (con tristeza) a la marcha de futbolistas como Álex Muñoz, gran profesional, sensato, comprometido. Hay más como él. ¿Aprendemos las enseñanzas de este curso? ¿Priorizamos el perfil de jugadores que se lo dejan todo, sin alzar la voz, discretamente, o hacemos capitán a tipos como Pablo Martínez, que se creen más de lo que son, viven del canto de sirena y que, cuanto más requiere el equipo de sus virtudes, juegan al trote?
••• Otro perfil de futbolistas. Desde luego, la confección de una plantilla de éxito debe buscar otras virtudes, al margen de las técnicas. En esto queda mucho por hacer, a medio y largo plazo. Si no queremos volver a ser el equipo ramplón y expuesto a la arbitrariedad que fuimos, con excepciones, entre el 65 y el siglo XXI, el Llevant debe instalar la exigencia en todas las parcelas de la entidad. Los futbolistas que vengan deben entender (porque así lo ven en su día a día) que los perezosos, los lánguidos, los timoratos y los indolentes no tienen cabida en Orriols, a la sombra de este escudo inmortal.
Algo más, sobre el partido de Huesca: no nos sonrojen de nuevo.
Felip Bens (El Cabanyal 1969 — @FelipBens) és escriptor i periodiste. Té publicades les novel·les Toronto i El cas Forlati i altres llibres com 110 històries del Llevant UD, Dones e altri, València al mar, Historia del Llevant UD (4 volums, junt a José Luis García Nieves) o La cuina del Cabanyal (amb Marisa Villalba).
Comments