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Nada es imposible.

BOMBEJA AGUSTINET! — Felip Bens




06/07/2020


La Real Sociedad y el Llevant UD que se enfrentan hoy en La Nucia son viejos conocidos. Aunque los donostiarras cumplirán el curso que viene 74 temporadas en Primera y los valencianos (ya obtenida la salvacion matemática) sólo quince, ambos nacieron en septiembre de 1909: los blaugrana el seis; los txuri-urdin, un día después.

En el primer asalto de los levantinos a Primera allá estaba la Reala. Tras el fin de la guerra se establecieron cinco grupos en Segunda y los campeones disputaron la fase final de ascenso. En la liguilla el Llevant perdió su único partido en Vallejo ante la Real (0-3). Fue una de las dos únicas victorias conseguidas por los blanquiazules. A los granotes fue la que les faltó para haberse aupado a la élite. Finalmente el Murcia logró el ascenso; y el Coruña disputó (y perdió) la promoción ante el Celta. Ya es curioso que fuesen los mismos protagonistas con los que los granota se enfrentarían, con más éxito, en la temporada 62-63: el Murcia que le arrebató el liderato (y el ascenso directo) por los pelos (y por aquel despropósito del trencilla Ferrete), y el Deportivo al que el Llevant superó en la promoción de ascenso.

La temporada siguiente, la Segunda tuvo dos grupos de doce equipos: Real y Coruña acabaron primero y segundo de uno; Castellón y Granada, del otro, en el que el Llevant quedó tercero, a dos puntos de los de Castàlia y a uno de los nazaríes. Real y Granada conseguirían el ascenso directo en la liguilla; Coruña y Castellón, después, en las eliminatorias finales. El Llevant perdió el tren de la élite dos años consecutivos, por los pelos. Y tardaría dos décadas en conseguirlo. Peor fue, desde luego, llegar al fin a la tierra prometida, estar dos cursos en Primera y pasarse los siguientes 39 años lejos –muy lejos, por momentos–. Tras el ascenso de Preciado en Xerez, el reestreno tuvo lugar en Anoeta, con el zurdazo de falta de Ian Harte y el empate final.




Tal vez sirva la explicación de este devenir para iluminar el pesimismo de un puñado de levantinistas que en la últimas semanas se han empeñado en negar la ilusión de quienes anhelan una mayor ambición para subir peldaños y escalar el futuro. Que si "¿para qué Europa?", que "los equipos modestos que lo consiguen, acaban descendiendo al año siguiente"; que si "es imposible, una utopía"; que "ya está todo hecho, que a disfrutar", como si disfrutar fuese vivir tomando el aire y el sol en vez de marcarse metas e intentar alcanzarlas, etcétera.

¿Qué hubiese sido del Llevant sin todos aquellos que a lo largo de 110 años soñaron despiertos con hitos inverosímiles, como que el equipo de un pueblo humilde de pescadores eliminara al Barça en cuartos de Copa o que conquistara el título en el 37? ¿Quién podía creer que existirían Los Invencibles, que el Llevant sería campeón valenciano, que estaría a punto de ascender tras la guerra o en el 58 y que lo conseguiría en el 63? ¿Quién hubiese apostado a que celebraría el siglo de vida llegando a Primera de la forma más inesperada o que estaría hoy viviendo la mejor década de su historia? ¿Quién hubiera creído que el Llevant se pondría 5-1 ante el Barça?

Todo esto y mucho más, no tengan la menor duda, jamás hubiese sucedido sin todos los soñadores levantinos que saben desde hace más de un siglo que nada es imposible. El resto, sin acritud, no tienen ni idea de qué es el Llevant. Aún están a tiempo de descubrirlo. Nunca es tarde si la dicha es buena..


Foto © La Liga





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